El cultivo de la avena tiene su origen en Asia Central. Este cereal no tuvo tanta importancia como el trigo y el centeno. Los primeros restos de avena conocidos, se encontraron en Egipto, aunque se duda que se utilizasen para cultivos, ya que eran semillas de malas hierbas y no existen pruebas de que éstas fuesen cultivadas por los egipcios. Los restos de cultivos de avena más antiguos que se han encontrado, son los que se localizaron en Europa Central, y han sido datados de la Edad del Bronce.
Los griegos y los romanos no se interesaron nunca por la avena ya que solo conocían la avena fatua, una mala hierba campestre. La mejora de la planta por injertos sistemáticos se llevó a cabo, muy probablemente, en las regiones carpianas del Cáucaso y también en las llanuras cercanas al Turkistán.
Todavía hoy en día, en las regiones meridionales reservan este cereal exclusivamente a los animales.
La avena es una planta que crece fácilmente en los descampados y en las llanuras de la montaña. Necesita de lugares húmedos para desarrollarse. Es un excelente forraje, especialmente cuando está recién recogida. La avena es más abundante en las regiones nórdicas y lluviosas y también en las zonas montañosas donde los largos días estivales de exposición solar y el clima fresco son su hábitat privilegiado. La avena hoy en día es cultivada en todo el mundo superando incluso al cultivo de la cebada y del centeno.
Con los avances en el conocimiento de la calidad nutricional, la avena has sido reconocida como alimento saludable a mediados de la década de los ochenta y su uso para la alimentación humana se ha revalorizado, principalmente por su contenido en fibra soluble ( beta-glucanos)
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